11. Riesgos específicos en el sector sanitario

Quizás sean las radiaciones ionizantes y los agentes biológicos los riesgos laborales más específicos, que no exclusivos, del sector sanitario. Ambos han sido tratados en el epígrafe 7 de este capítulo, el dedicado a la Higiene Industrial. Existen otros riesgos no privativos, desde luego, del mundo sanitario, pero muy presentes en la tarea diaria de sus profesionales.

11.1.  MANIPULACIÓN MANUAL DE CARGAS

Las condiciones que nos indica la guía del Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el Trabajo para considerar que un puesto de trabajo está sometido a riesgo de manipulación manual de cargas son:

  • Más de 3 kg. Potencial riesgo dorsolumbar no tolerable, si se manipula en unas condiciones ergonómicas desfavorables (alejada del cuerpo, con posturas inadecuadas, muy frecuentemente, en condiciones ambientales desfavorables, con suelos inestables, etc.).
  • Menos de 3 kg. No se considera riesgo potencial dorsolumbar.
  • Más de 25 kg. Se consideran de riesgo en sí mismas, aunque no existan otras condiciones ergonómicas desfavorables.

Aunque no se identifique al sector sanitario con un ámbito laboral en que los trabajadores tengan como riesgo la manipulación manual de cargas, lo cierto es que es uno de los sectores en que más nos vamos a encontrar con este riesgo. En un hospital existen muchos trabajos con manipulación manual de cargas convencional, como el personal de almacén, compras, distribución, mantenimiento, cocinas, etc. Pero, además, vamos a identificar otros trabajadores específicamente sanitarios que manipulan cargas muy especiales, cargas frágiles que hay que tratar con sumo cuidado: los enfermos. Los celadores, enfermeras y personal auxiliar tienen que realizar movilizaciones de enfermos varias veces cada día. Girar a un paciente para limpiarle o hacer la cama, trasladarlo de una cama a otra o a un sillón, ascenderle hacia el cabecero, etc., son tareas cotidianas de estos profesionales.

Existe un método para movilizar enfermos en cada caso y ocasión, que los trabajadores sanitarios deben conocer. Resulta sorprendente comprobar el sencillo ingenio de las maniobras que se utilizan para estos menesteres, reduciendo el esfuerzo a realizar por el trabajador y las molestias e incomodidades que la movilización causa al enfermo. La formación en esta materia será indispensable, pues de ello dependerá la salud del sanitario. Cualquier gestor que tenga responsabilidad sobre este tema deberá preocuparse por ofrecer a los profesionales sanitarios esta formación. El ahorro en bajas laborales y los beneficios evidentes en calidad y eficiencia en el propio trabajo serán las aportaciones indiscutibles de esta medida.

En cuanto a la convencional manipulación manual de cargas de otros puestos de trabajo, también requerirá la debida atención. Las cargas deben manipularse con la espalda erguida, en cuclillas cuando se deban elevar desde el suelo, con el centro de gravedad situado lo más cerca posible del trabajador y ayudándose de elementos mecánicos, siempre que sea posible. También estos trabajadores necesitarán recibir formación al respecto.

11.2.  PVD

Es posiblemente el riesgo en el trabajo más extendido actualmente en el universo laboral de occidente. Todos los trabajadores emplean el ordenador personal en mayor o menor medida.

Pero, ¿qué trabajadores son considerados trabajadores en PVD?

Siguiendo la recomendación de la correspondiente guía del Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el Trabajo:

Se consideran «trabajadores» usuarios de equipos con pantalla de visualización: todos aquellos que superen las 4 horas diarias o 20 horas semanales de trabajo efectivo con dichos equipos.

No son considerados «trabajadores» usuarios: todos aquellos cuyo trabajo efectivo con pantallas de visualización sea inferior a 2 horas diarias o 10 horas semanales.

Con ciertas condiciones, podrían ser considerados «trabajadores» usuarios: todos aquellos que realicen entre 2 y 4 horas diarias (o 10 a 20 horas semanales) de trabajo efectivo con estos equipos.

 

Quienes trabajan con PVD deben tener en cuenta una serie de recomendaciones relacionadas con su puesto de trabajo, tanto con el entorno, como con los elementos periféricos del propio ordenador personal e, incluso, la organización del trabajo. De forma muy resumida se mencionan algunas a continuación:

  • Entorno. Evitar deslumbramientos procedentes de fuentes de luz. Si hay ventanas próximas deben estar en uno de los lados del trabajador, nunca de frente o a su espalda. Puede ser conveniente disponer de estores o persianas que eviten los reflejos en las pantallas.
  • Periféricos. La pantalla debe situarse de manera que la línea superior de la misma se encuentre al mismo nivel o algo por debajo de la horizontal de los ojos del trabajador. El ratón debe manejarse con el antebrazo apoyado en la mesa o la muñeca de la mano en la mesa y el codo en el reposabrazos de la silla. Ésta debe ser ergonómica, giratoria, con cinco apoyos sobre ruedas, graduable en altura y con refuerzo lumbar.
    El uso de atril junto a la pantalla, donde apoyar los documentos que se han de leer simultáneamente al uso del ordenador, es muy conveniente sobre todo en grabadores.
  • Organización. El trabajador en PVD debe realizar unos minutos de descanso por cada hora de trabajo continuo en el ordenador. Esas pausas debe emplearlas en permitir el descanso de sus aparatos visual y musculoesquelético, lo que se consigue dejando que la mirada se pose sobre un objeto lejano, como un árbol, por ejemplo, y realizando unos pequeños ejercicios de estiramiento y desentumecimiento de la espalda y cuello.

11.3.  BURNOUT

Se trata del síndrome del quemado, riesgo psicosocial que puede afectar a muchos trabajadores de cualquier sector, pero que en el mundo sanitario adquiere una gran relevancia por su frecuencia en algunos puestos de trabajo. Este cuadro se caracteriza por la pérdida de energía del trabajador, quien se siente agotado y carente de motivación. No percibe la utilidad de su trabajo y su enorme frustración le lleva a un enorme menoscabo de su autoestima. Todo ello se traduce en irritabilidad, indiferencia, ansiedad, depresión…

En ocasiones se debe a la frustración de expectativas profesionales previas que no se ven satisfechas: prestigio profesional, nivel económico…Otras veces, sin embargo, se produce por la decepción ante los resultados obtenidos en la tarea diaria, sobre todo en relación al cuidado de enfermos. En el ámbito hospitalario, este síndrome se presenta con cierta frecuencia entre las enfermeras de los servicios de oncología, sobre todo en oncología infantil, aunque no es privativo de estos servicios. La muerte de muchos de sus pacientes con los que han establecido lazos afectivos, hace que este personal, poco a poco, vaya desarrollando este cuadro. La rotación de puestos y la fijación de unas expectativas profesionales más realistas y menos ambiciosas, pueden ser las medidas que eviten la aparición de este problema.

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